perderse en una ciudad desconocida
el feeling de sentirse perdida trae simpleza y te abre los sentidos
1/9/20243 min read
Extraño el sentimiento de observar y caminar por calles desconocidas. No saber que día ni hora es, donde estoy con exactitud, usar mi sentido de dirección para moverme de ciudad en ciudad. Andar sola sin plan, caminando por las calles de las ciudades entrando a tiendas, librería y coffee shops, al no tener un plan andaba con la libertad de dejarme llevar por mi instinto y seguir el camino que me llamara mas la atención.
Extraño ese sentido de sentirme perdida, de montarme en el tren sin saber con exactitud que ruta coger, bajarme en paradas equivocadas, caminar buscando que lugar me llama la atención para comer, La ventaja de perderse en una ciudad desconocida en parte es que observas el entorno y aprecias mas cada detalle de una manera mas intensa. Recuerdo sentarme en las plazas con un chai o chocolate caliente a observar a la gente caminar. Pero de mis cosas favoritas fue ir a caminar por los mercados de navidad, la navidad trae tante alegría que era terapéutico irme a una esquina de la plaza, a observar la gente compartir.
Cuando ya caía la noche escogía el camino mas largo para regresar al hotel, me encontraba con varios shows en las calles, filas de gente para las tiendas o alguna presentación, niños corriendo por todos lados, las calles llenas a capacidad por el tiempo festivo, me asomaba a las ventanas de los restaurantes y veía como todo el mundo celebraba con vino entre tanta algarabía. Pero mi favorito fue asomarme por la ventana de una tienda de música, ya había cerrado, estaba bien linda decorada, pude ver como al que imagino que era el dueño, cogía una guitarra y empezó a tocarla, por un momento es como si estuviera sola en la calle, pude apagar el ruido de mi alrededor y concentrarme tanto que podía escuchar lo que tocaba en la guitarra, fue mágico,
Extraño parar de camino a mi hotel en el coffee shop donde ya todos los empleados me conocían y sabían mi orden, un chai con leche de avena, caliente por favor, porque el frío estaba infernal, extraño mover una de las sillas del lobby del hotel para quedarme mirando el carousel que justo quedaba al frente, lleno de niños, mientras ya acababa mi chai. Lo mas rico era llegar a la cama y procesar el día, aunque todos los días iba y salía a caminar, eran todos tan diferentes, aún recuerdo imágenes exactas de mis caminatas, Muchas noches lloré, al recordar que de regreso extrañaría ese feeling de felicidad que sentía en ese momento, de simplemente andar sin plan ni rutina y cogiendo las cosas despacio de solo observar y apreciar.
La próxima vez que te encuentres perdido en una ciudad que no conoces, tómate un momento para disfrutar de la aventura y aprovechar al máximo esa experiencia única.
Sal a perdérte!













